Muchas veces, desde aquel 13 de diciembre de 2003, mis clientes, amigos, y vecinos me han preguntado qué me había llevado a construir una Ermita en un lugar tan poco asociado con la devoción. Como los compromisos del trabajo no me han permitido dar a cada uno la explicación que el asunto merecía, he decidido aprovechar este espacio para cumplir con la deuda que tengo con tanta gente.
Todo comenzó cuando mi padre Juan Carlos Orge es internado en la Asociación Española por un problema de salud; se le diagnostica cáncer y se le comienza a administrar quimioterapia. Pasan los días y no hay mejoría y el Médico tratante nos informa que la quimioterapia no estaba dando los resultados esperados y que su estado era grave.
Como se sentía cada vez con menos fuerzas, mi padre nos preguntaba con insistencia cuál era su enfermedad que no lograba recuperarse por lo que, junto con mi madre y mis hermanos decidimos pedirle al Médico que le dijera toda la verdad.
Al recibir la noticia la tomó con mucha serenidad y aceptó su destino con una fuerza interior que no era esperada por nosotros.
Al día siguiente decidí viajar a Montevideo a visitarlo; cuando iba en camino sentí la necesidad de pasar a saludar a mis amigos don Donato Guma y su Sra. Cecilia Pérez que viven en la Granja Gaia, enel Km. 157 de Ruta 11. Conversando con ellos acerca del estado de salud de mi padre, don Donato me dio una estampita del Padre Pío, me pidió que se la entregara a mi padre, y que le dijera que pidiera por su salud con mucha fe. Fue en ese momento que comencé a enterarme de la vida y milagros de ese ser tan excepcional, el Padre Pío.
Al llegar al Sanatorio mi padre estaba solo, pues mi madre había salido, y comenzamos a charlar sobre temas profundos que por circunstancias de la vida nunca habíamos tocado antes, y en medio de la conversación le di la estampita, le expliqué quién era y le dije: “quien me la dio, me dijo que pidieras por tu recuperación con fe, sólo con mucha fe”
El me contestó: “sé quien es el Padre Pío, pero Wilson, yo no le puedo pedir nada a Dios ni a El, pues nunca les he dado nada” A lo que yocontesté: “no importa lo que no hemos dado, lo que sí importa es lo que vamos a dar ahora si El te ayuda a salir adelante.”
Mi Padre miró la estampita conmovido, le dio un beso y dijo: “sólo pido vivir dos años más, nada más que eso”. Y yo le respondí: “si vives dos años más, yo prometo construir una Ermita para el Padre Pío, como la que tiene en su chacra el italiano don Donato y mandar hacer estampitas para repartir a todo el que esté necesitando ayuda”
Esa misma noche el Médico nos informó que nuestro padre había comenzado a responder a la quimioterapia, en los día siguientes la mejoría se hizo evidente; mientras tanto él mantenía su estampitadebajo de la almohada y cada vez que yo lo visitaba, la besaba con mucha fe y me decía: “voy a salir adelante”
Como el Médico tratante vio que nuestro padre podía continuar el tratamiento en casa le dijo que lo iba a dar de alta a lo que él le respondió: “es el Padre Pío quien me está ayudando a vivir”
Como lo prometido es deuda, con la ayuda de don Donato comenzaron los planes para la construcción de la Ermita, mientras la Señora de éste, Cecilia, realizaba la imagen.
Tenía mis serias dudas acerca del mejor lugar para ubicarla, e incluso hablé con el Sr. Obispo de Canelones para decidir en qué lugar de Bello Horizonte la podíamos construir.
Pero, los tres días siguientes, cada vez que entraba en mi Empresa, aparecía en mi mente la imagen del Padre Pío como indicándome dónde quería estar. Al cuarto día el lugar quedó definido y don Donato comenzó la construcción de la Ermita que avanzó rápidamente, en el lugar a donde hoy concurren muchos amigos y vecinos a rezar, meditar y pedir con mucha humildad, como en su momento lo hiciera mi padre don Juan Carlos.
Finalmente, el 13 de diciembre de 2003, con la presencia de muchos amigos y vecinos de la zona, en una sencilla pero emotiva ceremonia, el Fraile Livio Vítola bendijo la imagen del Padre Pío, y la Ermita quedó abierta para todo el que quisiera acercarse a ella.
Ese mismo año mandé hacer autoadhesivos con la imagen del Padre Pío y también almanaques de la Empresa en los que, desde entonces, aparece siempre la misma frase suya: “ruega, espera, no te inquietes, de nada sirve la inquietud” Esta frase es muy especial para mí, pues cuando estaba buscando información en la Web sobre el Padre Pío, fue lo primero que apareció en mi computadora y al hacerlo despertó fuertes resonancias en mi interior.
Ermita del Padre Pío La promesa que le hice al Padre Pío trato de cumplirla con mucho amor y fe, para que mi amigo, como respetuosamente lo llamo, me acompañe en cada día, hasta que Dios decida mi partida de este mundo.
También le pido salud para mis seres queridos, principalmente para mí señora madre, doña Luisa, para mi esposa, Fátima, y que siempre acompañe e ilumine el camino de mis hijos Federico y María Romina.
Gracias al Padre Pío, mi padre don Juan Carlos Orge vivió dos años más, con mucha humildad como lo había prometido; sin lugar a dudas lafe que Este generó en él fue determinante para ayudarlo a levantarse de la cama y salir, agradecido, del Sanatorio.