Salto, República Oriental del Uruguay.
Enero de 1999.
Mi problema empezó en el año 1992. Tenía fuertes dolores estomacales, los médicos no encontraban el motivo. La gran cantidad de glóbulos blancos mostraron que en alguna parte del cuerpo había una infección. A los 12 días de internación mi estado de salud era grave, se había sumado a lo comentado, una alergia a los antibióticos. El médico tratante no era de la idea de operar por lo que se recurrió a un equipo médico, para hacer una operación exploratoria, en ella se encontró un infarto mesentérico (intestinal) que demandó 10 días de cuidados intensivos y un mes de internación. El caso en sí y todo lo que lo rodeaba era muy raro para una ciudad de 100.000 habitantes por lo que todos los médicos se interesaban en el mismo.
Pasado un año, en el que me creía curada, primero la zona estomacal y luego todo el abdomen empezaron a aumentar su tamaño. Se hicieron consultas médicas (incluso en otro país), exámenes, análisis, ecografias, etc. sin respuestas concretas. El abdomen siguió aumentando, una punción extrajo tres litros de líquido. Al día siguiente siguió aumentando el contorno abdominal llegando a medir I metro 15 centímetros. Perdía el equilibrio debido al peso, no podía atarme el calzado, levantar ningún peso y no había ropa que me quedara bien. Se hizo todo tipo de estudios y exámenes sin ningún resultado. Se recurrió a otra operación exploratoria.
La primera operación había dejado como secuela una trombosis de vena porta, la recuperación fue larga, dos meses y medio de internación, no se podía recurrir a antibióticos por la alergia. Tenía en ese momento 35 kilos de peso, cuando llegué a 40 kilos me dieron el alta. Si bien me recuperaba, el abdomen seguía siendo voluminoso. El tratamiento seguía siendo el mismo y no había solución. Seguí con el tratamiento pero recurría también a muchos tratamientos naturistas, fitoterapeúticos, parasicológicos, etc, el abdomen variaba entre I metro y 1 metro 15 centímetros. A los seis años de la primera operación, los diuréticos me producían de tanto en tanto bajones de presión y muchas veces esto hacía que me cayera. En una de esas caídas me produjo además de raspones una herida más bien pequeña pero profunda en la rodilla izquierda. A los 15 días, a pesar de haber ido al médico, la pierna comenzó a hinchar y a tornarse como marmolada, el pie pasó a ser una masa deforme en la que sólo sobresalía la uña del dedo gordo. A esta altura, debido al peso del abdomen tenía várices esofágicas, la ascitis (líquido abdominal) se hizo variable en peso y circunstancia, la trombosis portal produjo cirrosis hepática.
Me hicieron una internación domiciliaria, me daban cuatro inyectables antitrombóticos diarios, tres diuréticos, nada de sal. El médico me dijo que me fuera haciendo a la idea de no volver a caminar, que tendría que arrastrarme. El diagnóstico dado a mi familia era peor, sin solución ni cura, la medicina había hecho todo lo que podía. Pasaba del sillón a la cama. Padecía dolores muy intensos y no podía tomar calmantes, ya que podían producirme hemorragias en el estómago por las várices.
Un amigo de mi hermano Milton, que trabaja en el diario
Cambio, muy allegado a la familia Tonna-Rattín de la Estancia La Aurora, me hizo llegar un rosario y una reliquia del Padre Pío, yo hacía ya bastante tiempo que era devota pero mi fe se ponía a prueba una vez más. Al recibir la reliquia la pegué sobre mi pierna, a los seis días cuando el médico vino a verme mis dos piernas tenía el mismo color y el grosor era el mismo, el médico no lo podía creer. Entonces cambié las reliquias, las quité de la pierna y las puse en el abdomen, a los seis días mi abdomen medía 78 centímetros. De allí en adelante la recuperación fue más lenta, en movilidad y en la recuperación de peso pero hoy soy una persona normal, realizo todas las tareas de la casa y camino sin ninguna dificultad y me siento muy bien.
La única explicación posible para los que me vieron antes y lo hacen ahora, es que es un milagro tangible, porque no es sólo por dentro, es por fuera y se ve.
Para mí y mi familia es un milagro por la intercesión del Padre Pío.