Testimonio de Ros Tejera, Colonia

Quería contar cómo fué que supe de la existencia del Padre Pío.

En mayo del año 2003, mi hijo, estaba cursando una de las tantas neumonías que tuvo, con apenas 5 años.. Vivíamos en la ciudad de Colonia, en el campo, lo llevé al hospital, y enseguida lo derivaron a Montevideo, al Pereira Rossell. Ya habíamos estado ahí otras veces, sus neumonías a repetición, derivaron en varios estudios, pero ninguno nos dijo el porqué d las neumonías…

Al pasar el segundo día d internación allí, un mediodía me dejan bajar con Iván (así se llama mi hijo) a la «placita» del hospital. Allí, jugando en uno de los juegos, se detiene, y mirando hacia el cielo, pensativo, me pregunta si las personas que mueren se van al cielo. Yo le contesto que sí… Piensa y me dice: ahh, porque yo me voy a morir….

Yo quedé helada con su respuesta, y lo primero q l dije fué, sí, todos algún día moriremos… Pero vos no todavía…!

Volvemos a la sala. Al otro día nos dan el alta, volvemos a Colonia, pero noto q no está del todo bien. Al segundo día ya su respiración era muy agitada, así q consultamos c el médico, y otra vez p el Pereira Rossell.

Mi angustia era muy grande, en el camino, la ambulancia tuvo que parar, los médicos encima de él, estaba mal… Casi enseguida q llegamos lo pasan a una sala de cuidados intensivos, me dicen q en horas lo trasladan a la Médica Uruguaya..

Yo lloraba mucho, estaba sola c él, después llegó su papá..

Llegamos a la clínica, se lo llevaron luchando con él, él no quería ir…

Al rato, nos llama la doctora para informarnos de su estado, fué devastador, no nos daba esperanzas, salvo la fé q tuviéramos en algún dios….

Cuando nos dejaron verlo, me impresioné mucho, entubado, conectado a varios aparatos, así estaba mi chiquito… No podía creerlo..

Yo no paraba de llorar, me dejaban quedarme mucho tiempo con él, lo acariciaba, rezaba todo el tiempo, lo besaba… No podía dormir, no quería dormirme, tenía miedo d irme a descansar y q pasara lo peor..

No quería separarme de él… Fueron días muy duros, agotadores…

Pero un día, estando yo a su lado, se acerca una señora que estaba limpiando el piso, y me dice que ella me vé llorar y sufrir al lado de mi hijo todos esos días, y me pregunta si conozco al santo padre Pío, le digo que no, que nunca oí hablar de él.. Entonces, toma mi mano, y pone en ella una piedrita, y me dice que confíe en él y le pida q salve a mi hijo, que él lo va a hacer, él salvó a su hija, y esa piedrita era de la gruta  del Padre Pío en Salto, Qué le ponga entre las manos la piedra, o bajo las sábanas, sin que los médicos la vean, y q tuviera mucha fé en él.

Así fué cómo empecé a rezarle al padre Pío, a pedirle que por favor salvará a mi hijo, conseguí una estampita, así lo conocí.

Pasaron unos 3 días, 4, 5, 6, 7, Iván cada día mejoraba un poquito.

Llegó el día en que  por fin le quitaron el respirador, lo sacaron del coma farmacológico, hasta que por fin un día pude escuchar nuevamente su vocecita… Estábamos felices.

Le conté lo que le había pasado, lo mal q había estado.

Me dijo : sí, yo sé que me iba a morir, pero vino un Sr y me dijo que yo no podía morir todavía, que era muy chiquito.

Le pregunté cómo era ese Sr q vio y me describió con sus palabras al Padre Pío!!! Él nunca como yo había oído hablar de él, ni sabíamos cómo era, me dijo q era un Sr de barba blanca, medio pelado y «túnica marrón» esas fueron sus palabras.

Yo sé que él lo salvó, y él también lo sabe. Hoy Iván tiene 23 años.

Pero no termina aquí nuestra historia, al poco tiempo de haber vuelto a casa, quisimos ir a agradecer personalmente a la señora q me dio la piedrita. Fuimos, pero grande fue nuestra sorpresa, cuando al preguntar, nadie sabía de ella, yo solo sé q se llamaba María, se las describí, pero nadie supo decirme algo d ella. Nadie la conocía, nadie sabía nada.

Muy raro, siempre me quedó esa duda…

El Padre Pío, para nosotros, es lo más grande de éste mundo. Siempre le estaré agradecida !!!

Ros Tejera, Colonia