Soy una mujer que perdió muy joven a su esposo y luego a tres hijos adorados: un nene de 7 años, un chica de 25 y un joven de 26 años, casado y con una hijita. De los cuatro hijos que tenía me queda sólo uno, que en la actualidad tiene 41 años
Al cabo de tantas tragedias, empezaron los problemas económicos con mi nuera. Luego de haberlos resuelto –con grandes injusticias- nos quedaba por vender una camioneta y demás maquinarias agrícolas (dado que poseemos campos), para entregarle la parte que le correspondía a mi nieta.
Lo cierto es que encontré una fuerte oposición por parte de mi hijo, pues había sufrido mucho anteriormente por todos estos problemas de herencia. Muy apenada, al no poder poner punto final a toda esta engorrosa situación, me encomendé con todas mis fuerzas al venerado Siervo de Dios el Padre Pío de Pietrelcina, de quien me había hablado una amiga. A él me acerqué con mis oraciones y me escuchó, concediéndome la gracia que tanto ansiaba. De hecho mi hijo Jorge cedió a mis deseos que, a decir verdad eran deberes para con mi nieta.
Así pudimos vender la camioneta, el tractor y otras maquinarias agrícolas y liquidar este asunto que tanto me angustiaba.
Gracias Padre Pío por haberme escuchado y ayudado en ese momento tan difícil.
Muy atte
Ester de Freitas de López.
Montevideo, 27-02-92