En agosto de 1993 me sentía muy mal de salud. Fui al médico y comenzaron con los estudios primeros
arteriales: se me adormecía la mitad de mi rostro y el brazo izquierdo. Después placas, análisis, electros
y varios estudios más, pero yo seguía igual, no mejoraba nada.
Un día una hermana me dio una estampita del Padre Pío y me dijo:” léela todas las noches” Y así fue; empecé con tanta fe a hacer esa novena, que hoy, gracias al Padre Pío me siento restablecida.
Quiero, de este modo, dar mi testimonio de gratitud al Siervo de Dios y contribuir a su causa de
beatificación.
Aída B. de Gauthiez Paysandú