En el mes de junio de 1992 me fue diagnosticado por medio de un ecocardiograma una inflamación del
músculo cardíaco (miocarditis) con derrame pericárdico, posiblemente como consecuencia de una
enfermedad reumática crónica con tres años de evolución a esa fecha.
A mediados de agosto fui a consultar el cardiólogo que confirmó la dolencia con los resultados de un
electrocardiograma y por los ruidos cardíacos que denotaban un soplo, característico de las miocarditis.
El especialista me indicó reposo mientras me realizaban estudios complementarios.
Unos días después una persona me vino a visitar y me habló del Padre Pío de Pietrelcina, colocándome
sobre el pecho un mitón del Siervo de Dios. De ahí en más comencé a rezarle con gran confianza y fe.
Cuando a los pocos días concurrí nuevamente al médico con los resultados y se me practicó un nuevo
electrocardiograma, el doctor no salía de su asombro, pues habían desaparecido los signos de la
miocarditis y los análisis arrojaron resultados mejores que los anteriores, siendo los valores normales.
Desde entonces, junto a mi familia y amigos más cercanos participamos en el Grupo de Oración del
Padre Pío que se reúne el último domingo de cada mes en la Parroquia de Tierra Santa, aquí en
Montevideo.
También Santiago, nuestro hijo menor de 5 años de edad, ha padecido desde su nacimiento de otitis
media supurada, por lo que, de forma permanente, le hemos estado tratando, temiendo por las
consecuencias de esta dolencia en su audición.
También a él le fue aplicada la reliquia del Padre Pío y unos días después, cuando lo llevamos al especialista, éste no podía creer que el chico que había examinado muy poco tiempo antes estuviera completamente normal, lo que por otra parte corroboraban los nuevos exámenes: ¡como si antes no hubiese tenido nada!
Quiero por todo esto dar testimonio de estas gracias recibidas por intercesión del Siervo de Dios el
Padre pío de Pietrelcina con el amor de quienes le siguen en nuestro País, Pedro Citera y todos los que
participamos en los Grupos de Oración.
¡Mil gracias!
Jorge Luis Barrera Malrechauffe Montevideo, 28.03.93