Testimonio de Carmen di Raimundo de Futen Paysandú, 12/3/1990, Paysandú

Por medio de la presente deseo dar público testimonio de una gracia maravillosa alcanzada de Dios
nuestro Señor por intercesión de su Siervo fiel el Padre Pío de Pietrelcina.

El 2 de diciembre de 1989 el esposo de mi hermana sufrió un terrible accidente: mientras viajaba a alta velocidad se rompió el eje del vehículo; éste se dio varias vueltas sobre sí mismo, siendo su conductor despedido varios metros, cayendo al pavimento. La camioneta quedó irreconocible y él se dio un terrible
golpe en la cabeza, quedando en coma profundo.

Fue trasladado de inmediato al centro de terapia intensiva; los médicos nos dijeron que no se salvaría; su estado era gravísimo y fue desahuciado por completo.
La tarde de este espantoso día, una vecina, muy creyente como yo, me dio la oración del Padre Pío con su imagen, y un librito sobre su vida. Desde ese momento, con gran fe, nos pusimos a rezarle, encomendándole a nuestro cuñado Juan Bautista Vial, de 38 años de edad y con dos hijos de 5 y 7 años.

Los días fueron pasando y nosotros continuábamos rezando con gran fe a Dios nuestro Señor por intercesión del Padre Pío; yo le puse a mi cuñado la estampita debajo de su almohada.

Poco a poco fue dando señales de vida, aunque los médicos afirmaban que, si lograba salvarse, habría quedado con serias lesiones cerebrales y paralizado de un lado. Pasaron aún otros días más, diez aproximadamente, y salió del centro de terapia intensiva, pasando a una habitación común; casi no reconocía y decía incoherencias. Para la Nochebuena le dieron de alta. A fines de 1990 quedó totalmente normal, fue tratado por neurocirujanos, psiquíatras y fisioterapeutas Le hicieron electroencelfalogramas y placas, todo salió perfectamente bien, ni siquiera le quedó alguna pequeña lesión. Dentro de unos días
retomará su trabajo.

Toda esta maravillosa e inesperada recuperación, su salvación y este desenlace feliz para su esposa y pequeños hijos, son obra y milagro del Padre Pío de Pietrelcina, a quien le prometimos celebrar misas durante un año y enviar este testimonio a esa Oficina.

De parte de mi cuñado y de toda la familia, hacemos pública nuestra gratitud a Dios nuestro Señor y al
venerado Padre Pío que nos ha alcanzado esta gracia maravillosa.

En fe,
Carmen di Raimundo de Futen Paysandú, 12/3/1990