Deseo comunicarles una gracia alcanzada por intercesión del Siervo de Dios el Padre Pío de
Pietrelcina.
Mi esposo tuvo una parálisis infantil durante su niñez contrayendo una lesión motriz por lo
que se hacía imprescindible para el ejercicio de su profesión un automóvil para lisiados
El problema surgió ante la necesidad de adquirir un nuevo automóvil, pues el que tenía
estaba ya muy deteriorado. Para hacer efectiva la compra era absolutamente necesario vender
el usado, cosa por demás ardua vista la gran competencia de ofertas en el mercado de autos
usados.
Ante esta dificultad me encomendé encarecidamente al venerado Padre Pío de Pietrelcina,
rezándole diariamente y con fe la novenita por su glorificación. Demás está decirles que estaba
en juego el trabajo de mi marido y por ende el provenir y la serenidad de nuestro hogar. Con
gran confianza y no obstante la abundancia de ofertas, puse un aviso en un periódico local. Al
cabo de pocos días apareció un odontólogo que, habiendo quedado muy satisfecho con el
vehículo, entregó una seña y a la semana efectuó la compra. Y el negocio se concretó de forma
prodigiosa. De hecho, fue el único comprador que se presentó y lo compró a un precio que
asombró incluso a los más entendidos en la materia.
Mil gracias pues al venerado y amado Padre Pío, nuestro amigo e intercesor de siempre, por
habernos ayudado en ese difícil negocio.
Cordialmente,
María Inés Villardino de Vilaboa Montevideo, 4 de agosto de 1987