Hace 25 años fui protagonista de un grave incidente a raíz del cual estuve más de un mes en coma y
fui desahuciado.
Por aquel entonces el P. Pío de Pietrelcina vivía y mi madre, siguiendo el consejo del P. Domingo de
Tacuarembó le escribió una carta solicitándole que rezara por mi salud.
La respuesta fue inmediata: al cabo de unos días salí del coma y me dieron de alta.
Sin embargo, me quedaron algunas secuelas dolorosas: sufrí de una hemiplegia, de esta me recuperé,
pero mi pierna derecha quedó lesionada.
Últimamente, casi sin poder caminar, conseguí una prótesis recetada por mi médico. Sirviéndome de
ella y casi arrastrándome, llegué con mucha fe hasta una pequeña capilla campestre, donde se ha
colocado un monumento al venerado P. Pío, en el Departamento de Salto.
Y allí recé con la misma fe con que lo hiciera mi madre, lloré de dolor con mis pies ensangrentados.
Dios realizó un segundo milagro por intercesión del venerado Padre Pío: hoy camino sin dolores y me
siento totalmente curado. ¡Gracias, Dios mío! ¡Gracias, Padre Pío!
El Padre Pío nuevamente ha llenado hoy mi alma de gratitud y mi corazón de fe.
En fe,
Un agradecido anónimo de Maldonado