Tengo hoy 53 años y desde hace cinco padezco de una deficiencia de irrigación sanguínea al cerebro
que me producía mareos muy violentos.
Experimenté sin embargo alguna mejoría por medio de medicamentos
A principio de este año tuve una recaída seria que me descontroló la visión, al punto que tuve que
interrumpir mi actividad docente
Los médicos volvieron a preocuparse.
Fue en esas circunstancias que el Padre Domingo de Tacuarembó me ofreció una reliquia del Padre
Pío para que yo la llevara conmigo durante una semana y me exhortó a orarle para que me concediera la
gracia de la curación de Nuestro Señor Jesucristo.
Con gran fe le obedecí este sabio consejo y al término de la fecha fijada yo andaba bastante bien de la
visión, y al entregar la reliquia al querido Capuchino, éste me dijo que la gracia pedida habría de ser
completada por el amor de Jesucristo Nuestro Señor. Y así fue.
En efecto, al cabo de pocos días recuperé totalmente la vista y ya no he tenido más molestias con mi
salud, pudiendo de este modo retomar mi actividad en la docencia.
Debo agregar que el Padre Pío me ha conseguido otras numerosas gracias de orden material y
espiritual, por lo que me siento profundamente agradecido por su intercesión y a la bondad de Dios
nuestro Padre.
Considero que he madurado en la fe y crecido en el amor de Dios por lo que doy mil gracias al Siervo
de Dios, el venerado Padre Pío de Pietrelcina.
En fe,
Gabino López Márquez. – Maldonado, 22/9/85