Testimonio de Gratitud No. 13 10 a 12 – 84
Tres gracias obtenidas por intercesión del Padre Pío.
Cumplo con un triple deber de gratitud hacia el venerado Padre Pío, al relatarles tres beneficios que
atribuimos al Padre.
La Señora María Clara Echandy de Zubillaga, con domicilio en José Ellauri 768, apto 001, en la ciudad de
Montevideo, se presentó en esta oficina parroquial de Punta del Este, solicitando ser bendecida con la
bendición del padre Pío y que se le aplicara el mitón usando por el Padre, que entre sus muchos
beneficios, ha permitido que llegara hasta mis manos y del cual soy celoso custodio.
La Señora tenía en ese momento cáncer en bronquio y pulmón diagnosticado por su médico.
Ahora se ha vuelto a presentar llena de gozo pues, según consta en certificado médico que le adjunto, se constata un cese clínico de la
enfermedad, sintiéndose totalmente bien.
La niña Cristina Jacqueline Hernández, actualmente de 6 años de edad, con domicilio en calle Rodó 155,
ciudad de Rocha, fue traída por sus padres hace dos años para recibir la bendición y venerar el mitón del
Padre Pío. En ese momento traía un certificado médico que indicaba “ceguera congénita”. Con gran fe
sus padres y familiares vienen desde su lejana localidad los días 25 de mayo y 23 de setiembre y ruegan
por ella en todo momento. La niña, que ha venido hoy, está viendo y ya va a la escuela; escribe y lee con
letras proporcionadas a su posibilidad y con el uso de lentes hay esperanzas de un ulterior progreso.
Sus padres, agradecidos, desean hacerlo público.
Por último, debo dar pública gratitud a los beneficios del Padre Pío para conmigo mismo y en especial lo
acecido el 23 de setiembre último.
Me aprestaba a ir a celebrar con el Grupo de Oración el aniversario de la muerte del Padre, cuando ya
salía de la Parroquia hacia la capilla de Fátima un gran dolor pectoral me sorprendió.
Llamado el médico, constató un gravísimo caso de infarto con heridas en la parte anterior y posterior del
corazón.
Con tres cuartas partes paralizadas, sin perder el conocimiento, como sacerdote y capuchino, no pedí
otra cosa que cumplir la voluntad del Señor. Mis parroquianos, hermanos y amigos pidieron por mi salud y
se encomendaron especialmente a la intercesión del Padre Pío. Ciertamente he experimentado su
protección.
En ocho meses me he recuperado satisfactoriamente, y aunque con ciertas limitaciones, en estos
momentos puedo realizar la casi totalidad de mis obligaciones de párroco.
Consigno, pues, con suma gratitud estas gracias con que el Padre Pío hace notar su presencia desde el
Cielo en favor de los necesitados de la tierra para gloria de Dios Nuestro Señor.
En fe,
P. Carmelo María, Sacerdote Capuchino, Punta del Este, 25 -5-84