El Padre Pío puso su mano
Soy Rematador y tengo mi escritorio en el pueblo de Vichadero, a 135 km de la ciudad de Rivera.
Una noche me acosté perfectamente, pero a las 5 de la madrugada llamé a mi señora, pues me
desperté con una hemorragia nasal. Ella de inmediato me aplicó un torniquete de algodón.
Como ya pasé mis 70 años, nos fuimos a la ciudad en ómnibus y el viaje duró 3 horas y media.
Mi señora y yo, devotísimos del Padre Pío le pedimos que me ayudara a llegar a la ciudad sin que volviera la
hemorragia. Gracias a él, viajé muy bien. Cuando llegamos a nuestra casa y me senté, comenzó la
hemorragia como si se hubiera abierto una canilla.
El Padre Pío puso su mano para impedir la hemorragia durante el viaje.
Fui trasladado al Sanatorio; tuve un golpe de presión y mi querido Padre Pío me salvó. ¡Gracias! Ruego
al Señor que mi declaración ayude a su pronta beatificación.
Camilo Fernández- 15 de noviembre de 1983-