Por medio de la presente deseo dar público testimonio de una gracia maravillosa alcanzada de Dios
nuestro Señor por intercesión de su Siervo fiel el Padre Pío de Pietrelcina.
El 2 de diciembre de 1989 el esposo de mi hermana sufrió un terrible accidente: mientras viajaba a alta velocidad se rompió el eje del vehículo; éste se dio varias vueltas sobre sí mismo, siendo su conductor despedido varios metros, cayendo al pavimento. La camioneta quedó irreconocible y él se dio un terrible
golpe en la cabeza, quedando en coma profundo.
Fue trasladado de inmediato al centro de terapia intensiva; los médicos nos dijeron que no se salvaría; su estado era gravísimo y fue desahuciado por completo.
La tarde de este espantoso día, una vecina, muy creyente como yo, me dio la oración del Padre Pío con su imagen, y un librito sobre su vida. Desde ese momento, con gran fe, nos pusimos a rezarle, encomendándole a nuestro cuñado Juan Bautista Vial, de 38 años de edad y con dos hijos de 5 y 7 años.
Los días fueron pasando y nosotros continuábamos rezando con gran fe a Dios nuestro Señor por intercesión del Padre Pío; yo le puse a mi cuñado la estampita debajo de su almohada.
Poco a poco fue dando señales de vida, aunque los médicos afirmaban que, si lograba salvarse, habría quedado con serias lesiones cerebrales y paralizado de un lado. Pasaron aún otros días más, diez aproximadamente, y salió del centro de terapia intensiva, pasando a una habitación común; casi no reconocía y decía incoherencias. Para la Nochebuena le dieron de alta. A fines de 1990 quedó totalmente normal, fue tratado por neurocirujanos, psiquíatras y fisioterapeutas Le hicieron electroencelfalogramas y placas, todo salió perfectamente bien, ni siquiera le quedó alguna pequeña lesión. Dentro de unos días
retomará su trabajo.
Toda esta maravillosa e inesperada recuperación, su salvación y este desenlace feliz para su esposa y pequeños hijos, son obra y milagro del Padre Pío de Pietrelcina, a quien le prometimos celebrar misas durante un año y enviar este testimonio a esa Oficina.
De parte de mi cuñado y de toda la familia, hacemos pública nuestra gratitud a Dios nuestro Señor y al
venerado Padre Pío que nos ha alcanzado esta gracia maravillosa.
En fe,
Carmen di Raimundo de Futen Paysandú, 12/3/1990