Quiero dar testimonio de una gracia muy grande obtenida por la intercesión del venerado Padre Pío de
Pietrelcina.
Hace dos años comenzaron a aparecerme manchas rojas en la piel. Consultados varios especialistas,
no supieron diagnosticar con certitud de qué se trataba.
Me fueron efectuadas dos operaciones para
extirpar dichas manchas de un brazo. Poco tiempo después volvieron a aparecerme extendiéndose a
todo el cuerpo.
Por ese entonces sentí hablar del padre Púo y tuve oportunidad de conocer a una persona muy devota
suya que incluso años atrás había curado de un terrible carcinoma. Esta señora poseía un guante usado
por el Padre Pio que le fue obsequiado por Monseñor Alfredo Viola, ya obispo de esta ciudad de Salto y
muy amigo del Padre Pío.
Desde entonces, animada por esta señora, me puse a rezar con gran fervor al Padre Pío para que, por
medio de su intercesión, me obtuviera del Señor la gracia de la salud y de la fe. Consideré además una
gracia muy particular el poder tocar ese mitón del Padre Pío.
Al cabo de poco tiempo las manchas fueron desapareciendo y hoy gozo de perfecta salud gracias la
intercesión del Padre Pío.
El especialista que me había tratado anteriormente confirmó mi total curación manifestando su estupor
ante semejante prodigio.
Deseo pues agradecer con toda mi lama a Dios nuestro Señor por su infinita bondad y a su siervo fiel el
Padre Pío que me ha obtenido la curación el don de una fe más profunda y sincera.
En fe,
Sara Brites de Biondi Salto, 20- 09- 85