A principio de este año 1985 tuve una prueba muy grande del Señor. Por muchos y difíciles problemas en
nuestro hogar que nos preocupaban grandemente, ofrecí mi vida al Señor a cambio de paz y tranquilidad
para los míos.
Y el Señor me puso a prueba. Una tarde descubrí que tenía un bulto del lado derecho del pecho. Un poco
asustada recurrí al médico, el cual me envió al doctor Selvigne, especialista en estos casos. Este
aconsejó una punzación. Seguidamente se optó por extraerlo y mandarlo a estudio.
Al cabo de un mes el resultado llegó confirmando mis sospechas: era un cáncer. Saliendo del Sanatorio
Mautone levanté los ojos al cielo y dije: “Señor, lo que Tú quieras, cuando Tú quieras, como Tú quieras,
haz de mi lo que te plazca”
Cuando mi Director espiritual- el Padre Domingo de Tacuarembó –se enteró del hecho me animó a
confiar en Dios y orar fervientemente al Padre Pío de Pietrelcina, que él seguramente me habría obtenido
la gracia de la curación. Al mismo tiempo me aplicó una reliquia del Padre Pío que él posee.
Después de un cierto período de internación me han dado de alta pues el tumor ha desaparecido. Ahora
estoy muy bien, puedo hacer vida normal y sólo tengo que ir a control cada tres meses.
Esta inmensa gracia de mi curación, así como la serenidad y alegría en mi familia, la atribuyo a la
intersención del venerado Padre Pío y deseo hacer pública mi gratitud hacia Dios Nuestro Señor y hasta
éste su Siervo fiel. Hago fervientes votos por su pronta beatificación y canonización.
Felicia B. de Silva Maldonado 19/9/85