Oración del 28//4
Las tinieblas que a veces oscurecen el cielo de sus almas son luz: por ellas, cuando llegan, se creen en la oscuridad y tienen la impresión de encontrarse en medio de un matorral ardiendo. En efecto, cuando los matorrales arden, todo alrededor es humo y el espíritu desorientado teme no ver ni comprender ya nada. Pero entonces Dios habla y se hace presente al alma, que vislumbra, entiende, ama y tiembla.
¡No esperen, pues, el Tabor para ver a Dios, cuando ya lo con templaron en la cima del Sinai!
Tomadas del libro "Buenos días", preparado por el Padre Gerardo Flumeri y traducido del italiano por el Padre Elías Cabodevilla. Edición "Padre Pío Pietrelcina" Convento S. María delle Grazie.