Oración del 27/10
El espíritu de Dios es espíritu de paz, y hasta en las faltas más graves nos concede experimentar un arrepentimiento tranquilo, humilde, confiado que brota precisamente de su misericordia.
El espíritu maligno, en cambio, excita, exaspera y nos hace experimentar, en el arrepentimiento mismo, una especie de ira contra nosotros mismos, siendo así que el primer acto de caridad debemos dirigirlo a nosotros mismos. Por tanto, si te turban algunos pensamientos, piensa que esa situación no viene de Dios, sino del diablo. Dios regala serenidad porque es espíritu de paz.
Tomadas del libro "Buenos días", preparado por el Padre Gerardo Flumeri y traducido del italiano por el Padre Elías Cabodevilla. Edición "Padre Pío Pietrelcina" Convento S. María delle Grazie.