Oración del 23/2
La verdadera causa por la que no siempre consigues hacer bien tus meditaciones, yo la descubro y no me equivoco, está en esto: te
pones a meditar con cierto nerviosismo y con una gran ansiedad de encontrar algo que pueda hacer que tu espíritu permanezca contento y consolador; y esto es suficiente para que no encuentres nunca lo que buscas y no fijes tu mente en la verdad que meditas.
Hija mía, tienes que saber que cuando uno busca con prisas y avidez un objeto perdido, lo tocará con las manos, lo verá cien veces con sus ojos, y nunca lo advertirá.
De esta vana e inútil ansiedad no te puede venir otra cosa que no sea un gran cansancio de espíritu y la incapacidad de la mente para detenerse en el objeto que tiene presente; y la consecuencia de esta situación es cierta frialdad y sin sentido del alma, sobre todo en la parte afectiva.
Para esta situación no conozco otro remedio fuera de éste: salir de esta ansiedad, porque ella es uno de los mayores engaños con lo que la virtud auténtica y la sólida devoción pueden tropezar; aparenta enfervorizar en el bien obrar, pero no me que entibiarse, y nos hace correr para que tropecemos.
Tomadas del libro "Buenos días", preparado por el Padre Gerardo Flumeri y traducido del italiano por el Padre Elías Cabodevilla. Edición "Padre Pío Pietrelcina" Convento S. María delle Grazie.