Mi queridísima, querida Adela

¡Qué sorpresa dolorosa me ha dado su carta con la trágica e inesperada noticia!

Se lo he hecho saber enseguida a nuestro amado Padre, pero no he escrito porque quería esperar mi día de confesión para tener una palabra Suya y esta mañana le he hablado. Me ha dicho que había sentido el corazón atrapado en el sentimiento de que había muerto el amado amigo y según sus palabras, que estaba ya en el cielo alabando a Su Dios.

Ha dicho que él puede rezar por nosotros y ha dicho que usted puede sentirse confortada al pensar que esa bella alma está delante de la mirada de Dios.

Me siento arrepentida de no haber contestado a la querida carta que él me escribió antes de Navidad y que yo había referido todo al Padre Pío recomendando uno par uno a toda la familia.

Envío las más sentidas condolencias del Padre y las mías también para la querida Margotta y todos.

Con todo mi cariño,

 María Payle.